Equivocarse duele, literalmente

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Todos podemos recordar alguna ocasión en la que hemos cometido un error y, al darnos cuenta de ello, hemos sentido un dolor casi físico o, al menos, un dolor intelectual o emocional. Un dolor que a veces se manifiesta en forma de rabia, tristeza, frustración o alguna otra forma de malestar psicológico.

La gestión del error como camino al éxito

Este dolor tiene un correlato neurológico que lo sustenta: Equivocarse y darse cuenta del error se traduce en una curva de activación neuronal en el cerebro. Esta activación se produce, anatómicamente hablando, junto a las neuronas que detectan el dolor. Así pues, esta relación entre error y dolor tiene una razón de ser muy poderosa: cuando detectamos el error, activamos de forma automática la sensación de dolor.

Por otro lado, sentir dolor ante el error tiene un aspecto adaptativo: si el error no «molestara», no haríamos nada para aprender y evitar un nuevo error. Este malestar se convierte en motor de aprendizaje. Por otro lado, también sabemos todos que el éxito nos procura placer, por eso lo buscamos.

Antes hemos apuntado que este patrón neuronal dibujaba una curva de activación cerebral. Algunos investigadores han estudiado los diferentes tipos de activación y se ha visto que:

a) Los estudiantes con buenos resultados académicos tienen una curva de activación bien ajustada: aquella que les permite darse cuenta del error y sentir el malestar necesario que los llevará a esforzarse para rectificar y mejorar para no volver a equivocarse.

b) En cambio, los estudiantes con malos resultados académicos muestran una curva mal ajustada: la sensación de malestar es demasiado fuerte. En ese caso el cerebro se bloquea, si el dolor es demasiado fuerte podemos decidir, en lugar de procurar hacerlo mejor, no hacerlo nunca más. Sería como caer y no volverse a levantar por miedo a volver a caer.

 

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A menudo los padres o los maestros se quejan de la falta de tolerancia a la frustración de sus hijos o alumnos. Y es normal que se quejen, porque las personas con falta de tolerancia a la frustración se convierten en su peor enemigo para lograr sus metas. Pero también hay que comprender que los niños con dificultades de aprendizaje viven muchas situaciones de enfrentarse al error, por lo tanto, muchas situaciones de dolor, de malestar, de sensación de fracaso, de no poder… En esos casos la activación neuronal dolorosa se activaría tantas veces que causaría un rechazo frontal hacia todo aquello que causa frustración.

En esos casos, debemos procurar dos cosas:
1. Una, enseñar a aceptar el error como parte del proceso de aprendizaje de la vida, no solo del colegio.
2. Dos, procurar ocasiones de éxito para ayudar a crear una curva de activación neuronal beneficiosa. A esto, en Glifing, lo llamamos la gestión del error como camino al éxito.

 

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Montserrat Garcia Ortiz

Psicóloga especializada en aprendizaje de la lectura 

Creadora y directora de Glifing

Resumen de este post

En Glifing hemos desarrollado un método genial que nos permite entrenar las habilidades lectoras a través del juego.
Glifing está indicado para cualquier edad, desde los primeros años de acceso a la lectura hasta la edad adulta.
Nuestro objetivo es que leer sea divertido y así acercarte al éxito académico y personal que todos merecemos.

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