La neurociencia tiene bonitas e interesantes respuestas educativas que nos ayudan a mejorar la experiencia de aprendizaje y sus resultados, con un menor esfuerzo y sufrimiento.
Ramón y Cajal, premio Nobel de medicina y fisiología en 1906, describió por primera vez la neurona como una entidad diferenciada que, conectada a millones de otras neuronas, crea las fibras nerviosas cerebrales.
Fue el primero en defender la teoría del dinamismo neuronal, refiriéndose a la regeneración nerviosa y al crecimiento de las células bajo estimulación (o del deterioro de estas por falta de uso). Este concepto, el dinamismo neuronal, es lo que hoy llamamos plasticidad neuronal, y es el primer paso a la neurociencia.
En los últimos 10 años esta disciplina científica ha experimentado una creciente fama y admiración como aliada excepcional en las cuestiones relativas a la rehabilitación de lesiones o a los aprendizajes.
La neurociencia ha demostrado que los entrenamientos incrementan la cantidad de sinapsis entre neuronas, es decir, refuerzan las vías neuronales creando nuevas conexiones, más fuertes y más rápidas. Y esto es en definitiva lo que crea el aprendizaje: la aparición de nuevas conexiones o el refuerzo de las ya existentes.
Esta evidencia es lo que ha dado validez a los entrenamientos cerebrales, entendidos como la práctica que necesita cada cerebro para consolidar los aprendizajes. Práctica que funciona si sabemos qué hay que trabajar y de qué manera puede trabajar cada cerebro en concreto.
La neurociencia aplicada a los aprendizajes, llamada neuroeducación, debe partir de los siguientes postulados:
- Conocer cuál es el proceso cerebral implicado en un aprendizaje en concreto. En nuestro caso, la lectura.
- Conocer el punto de partida de cada cerebro respecto a ese proceso. Es decir, evaluar el nivel de lectura.
- Proponer aquellos ejercicios que respeten el proceso de aprendizaje según cada punto de partida y que se adapten al ritmo de evolución de cada alumno. Es decir, un entrenamiento adaptado y personalizado.
- Constancia. La palabra mágica de cualquier aprendizaje que queramos consolidar.
Si además todo ello podemos convertirlo en un juego, con el fin de conseguir la adherencia al entrenamiento (4 días por semana), tendremos la clave del éxito educativo en la lectura. Y cuando la lectura es autónoma, es decir, fluida (velocidad y precisión de lectura) y comprensiva (entendemos todo o casi todo lo que leemos), todo el camino académico queda bien asentado y nos acerca al éxito educativo y a la felicidad de nuestros alumnos.
Así que, sí, en Glifing creemos firmemente que la neurociencia tiene unas bonitas e interesantes respuestas educativas. Hoy en día, en nuestro caso, más de 200.000 niñas y niños de todo el mundo se han beneficiado de ello a través de los entrenamientos Glifing, en los que se trabaja la lectura desde el juego, ya sea en el colegio, en casa o en los consultorios psicopedagógicos.
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