El Principito es una historia atemporal que nos recuerda que lo realmente importante es invisible a los ojos, o que la amistad es un valor que hay que cuidar, o que los adultos a veces nos olvidamos de ver el mundo con ojos de niño…
Me gusta especialmente un capítulo de El Principito, un capítulo que quiero recordarte.
Un día el Principito llega a un planeta en la que vive un rey, el rey, que no tiene súbditos y quiere que el Principito se quede en su planeta, le permite que pida un deseo, dado que él manda sobre todas las cosas y puede darle todo lo que quiera.
El Principito le pide una puesta de sol, recordad que le encantan las puestas de sol.
El rey le dice «tendrás tu puesta de sol a las 6:46».
El niño le dice, «pero la quiero ahora, haz que el sol se ponga ahora».
El rey le contesta que si él ordenara a su general que volase de flor en flor como una mariposa y su general no obedeciese…
¿de quién sería la culpa?, ¿del general por no obedecer o del rey por no saber mandar?
Obviamente el Principito le responde que la culpa sería del rey. Así pues, el rey le contesta que él, con su sabiduría de gobernante, le proporcionará la puesta de sol cuando el sol se pueda poner, y no antes ni después.
Cuando tenemos niños que no pueden leer, si no ajustamos nuestra demanda a sus necesidades y a sus posibilidades, estamos actuando como un rey que no sabe mandar, pidiéndole a los niños que vuelen de flor en flor como una mariposa.
Los niños con dificultades de lectura puede que no hagan bien muchas de las cosas que les pedimos en el colegio, y no será porque no quieran hacerlo, ni porque sean vagos, ni poco dotados… será porque son gobernados por reyes que no conocen sus capacidades reales y si las conocen, pero siguen exigiendo, será que tienen reyes injustos.
Montserrat Garcia
Psicóloga especialista en lectura
Creadora del Método Glifing
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