Enseñar a leer, ¿por dónde empezamos?
La lectura es un proceso complejo que pone en marcha muchos mecanismos cerebrales. Un proceso que, aunque sabemos más cosas que nunca, todavía constituye un campo con muchos enigmas. Y aunque queda mucho por saber, lo que podemos asegurar es que el cerebro lector responde a una alta activación neuronal que moviliza una gran cantidad de recursos cognitivos, algunos de bajo nivel, pero otros que exigen importantes recursos intelectuales.
Esto quiere decir que, cuando los niños aprenden a leer, su cerebro está creando una verdadera revolución neuronal.
A grandes rasgos, enseñar a leer es poner las bases para que el cerebro pueda realizar las siguientes tareas:
Cuando leemos, se activa el lóbulo frontal de nuestro cerebro para poner en marcha las funciones ejecutivas necesarias para planificar la acción.
El primero que actúa es el sistema atencional, que será el responsable de hacer que el sistema visual se concentre en la tarea de leer. Seguidamente, los ojos escanean la información escrita, y captan de forma analítica los rasgos y la forma de cada letra, hasta la composición de las palabras y de las frases. En tercer lugar, el sistema visual relaciona la información gráfica con la auditiva.
De esta manera entra en juego el sistema auditivo, que relaciona los símbolos gráficos con los sonidos que los representan, la conversión grafema-fonema.
Por último, una vez el mecanismo de conversión grafema-fonema ha dotado a cada grafía del sonido que le corresponde, nos aparecen las palabras.
Ahora, con la ayuda de la memoria de trabajo, el cerebro recuperará el significado de la palabra; es decir, la memoria de trabajo buscará en el cerebro, en el almacén de la memoria a largo plazo, qué concepto tenemos asociado a aquella palabra. Aquí se acaba el proceso inconsciente y automático de la lectura, y entra en juego la comprensión de lo que leemos.
Pero para conseguir todo esto, veremos que enseñar a leer es algo que empieza mucho antes de que los niños estén preparados para aprender a leer. La enseñanza de la lectura parte de un buen trabajo oral, asegurándonos de que se produce una buena discriminación de los sonidos del habla y de que se va adquiriendo vocabulario, al tiempo que empiezan a reconocer semejanzas y diferencias entre los diferentes sonidos. Esta será la base de lo que llamamos una buena conciencia fonológica.
Las previas de lectura y las funciones ejecutivas
La alfabetización inicial empieza con la conciencia fonológica.
La conciencia fonológica forma parte de las previas de lectura que, como su nombre indica, quieren trabajar los prerrequisitos que preparan al cerebro para luego aprender a leer. Las previas de lectura se pueden empezar a trabajar de forma sistemática y organizada a los 4 y 5 años. Siempre a través del juego y sabiendo que a los 4 años el 40% de los niños ya empiezan a leer y hasta el 60% a los 5 años.
Las funciones ejecutivas se encuentran entre estos prerrequisitos y como dice Adele Diamond, investigadora en la British Columbia University de Vancouver, según una entrevista realizada en la revista “Sobreruedas” de la Fundación Guttmann: “Las funciones ejecutivas son fundamentales para una buena salud mental y física, en nuestro comportamiento en la escuela, en el trabajo y para vivir en armonía social. Unas buenas funciones ejecutivas en la infancia son la antesala de una vida con mayores logros, mejor salud y calidad de vida, en definitiva.”
Las funciones ejecutivas básicas son: la memoria de trabajo, el control inhibitorio y la flexibilidad cognitiva.
El control inhibitorio es la capacidad de frenar las posibles respuestas automáticas, cambiándolas por el comportamiento que nos acercará al objetivo deseado. La inhibición está presente cuando el sujeto recibe estímulos múltiples y necesita seleccionar y centrar la atención en la información relevante. La inhibición es el mecanismo básico del autocontrol.
La memoria de trabajo permite la monitorización, manipulación y actualización de la información en tiempo real.
La flexibilidad cognitiva es la habilidad que permite cambiar de forma flexible entre distintas operaciones mentales o esquemas cognitivos. Necesaria para hacer frente a desafíos novedosos e imprevistos.
En Glifing reforzamos las funciones ejecutivas en una serie de actividades grupales que combinan estas habilidades: inhibición, memoria y flexibilidad, con juegos de conciencia fonológica y la introducción y manejo de vocabulario. Sin olvidar el apoyo emocional a través de proporcionar situaciones de logro.
El principio alfabético
Con las previas de lectura activadas, el paso a la presentación del principio alfabético se convierte en natural.
A los 6 años, coincidiendo con el primer curso de primaria, muchos niños y niñas ya conocerán una gran parte de las letras del alfabeto. Pero en primero tenemos que asegurarnos de que se conocen todas ellas, es decir, debemos mostrar las letras de forma explícita y con sus sonidos correspondientes y asegurarnos de que damos espacio a cada una de las letras con sus diferentes combinaciones fonológicas.
La presentación explícita del principio alfabético permite realizar la conversión grafema-fonema, y citamos ahora a a Stanislas Dehaene que, en su libro Aprender a leer, afirma lo siguiente: “En realidad, únicamente la enseñanza de la conversión de letras en sonidos permite que los niños se desarrollen de manera autónoma, porque solo así tendrán la libertad de leer cualquier palabra nueva que ellos escojan una vez hayan adquirido las correspondencias. El esfuerzo de la instrucción estructurada paso a paso para fijarlos es real, pero la recompensa en independencia es inmediata cuando los niños descubren, muchas veces con sorpresa, que pueden descifrar palabras que nunca aprendieron en el aula.”
La conversión grafema-fonema es la clave de la descodificación que permitirá a los alumnos y alumnas descifrar cualquier palabra con la que se encuentren.
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La descodificación: automatizar la mecánica lectora
A partir del dominio del código fonológico las niñas y los niños deberán enfrentarse a una práctica diaria de la lectura para consolidar esta estrategia de conversión fonológica, que debe alcanzar cierta velocidad para que sea fluida.
Leer rápido es necesario para liberar recursos atencionales y memorísticos para dedicar a la comprensión lectora. El cerebro solo puede centrar la atención en una tarea, y para entender lo que leemos debemos tener la atención libre de otras tareas. Cuando nuestro cerebro no ha podido automatizar la mecánica lectora, ese proceso va a requerir de nuestra atención y esto va a impedir que la atención pueda dedicarse a la tarea de comprender.
¿Cómo sabemos que la atención y la memoria quedan libres de la mecánica lectora? Cuando esta se realiza de forma rápida. La rapidez en la descodificación es un indicador de que la mecánica lectora ha sido automatizada y por lo tanto no va a consumir recursos de atención o de memoria.
La fluidez lectora, juntamente con el conocimiento del vocabulario, será una de las estrategias clave de la comprensión lectora.
El vocabulario
El vocabulario, es decir, el conocimiento de las palabras y de su significado, se correlaciona con una buena lectura comprensiva y con el éxito académico de los alumnos. La correlación entre vocabulario y comprensión lectora oscila entre .72 y .82 (Laufer, 1989; Qian, 1999).
Las palabras no solo son las etiquetas que dan forma lingüística a un objeto o concepto, sino que cada palabra forma parte de un esquema de conocimiento almacenado en nuestra memoria a largo plazo (Marzano, 2004). Podríamos decir que una palabra no es una etiqueta aislada en el mar de nuestros conocimientos, sino que cada palabra estimula un entramado de otras palabras y conceptos que tenemos asociados, creando un esquema de conocimiento, una red de interacciones, de manera que cada palabra activa muchas otras palabras para ayudarnos a establecer una correcta representación mental de lo que leemos.
Así pues, cuando leemos la palabra león, nuestro cerebro no ve solo el felino que acabamos de llamar, sino que automáticamente nos libera otras imágenes y conceptos relacionados. Nos aparecerán la sabana, las acacias, el sol ardiente, las leonas, los cachorros…, pero también el gato de nuestra vecina, el resto de los animales asociados al mismo entorno: las jirafas, los elefantes, el hipopótamo, las gacelas… Y quizá también recordaremos aquella película, aquel libro o aquel viaje…
De esta manera, una sola palabra, enlazada a un significado, nos activa una avalancha de imágenes y conceptos que, al mismo tiempo, nuestro cerebro deberá poder inhibir, si no son necesarias en ese momento, para centrarse en lo que ahora estamos leyendo.
Aquí vemos de nuevo, la importancia de los procesos inhibitorios. Y es que la química cerebral es una danza continua entre activación e inhibición, para centrarse en aquello que debe captar nuestra atención en cada momento.
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Lectura comprensiva
La comprensión lectora tiene que ver con el conocimiento del principio alfabético, con la capacidad de descodificar de forma automatizada, con la cantidad de vocabulario que se conozca, con la capacidad de relacionar este vocabulario con otras palabras y significados, y con el conocimiento previo. ¡Como mínimo tiene que ver con todo esto!
Es importante trabajar con los alumnos textos de diferente tipo y explicitar las diferentes estrategias de comprensión que aplicamos los lectores expertos.
En este sentido, en Glifing hemos articulado el trabajo de comprensión lectora prestando especial atención a la propuesta planteada por Isabel Solé en su libro Estrategias de Lectura.
Las presentamos a modo de resumen:
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Apelar a la motivación.
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Activar, actualizar o crear los conocimientos previos.
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Evidenciar las inferencias y la conexión entre referentes (inferencias anafóricas), que nos trasladan la información implícita en el texto.
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Ayudar a realizar predicciones, hipótesis.
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Inhibición de las ideas irrelevantes y descubrimiento de las ideas clave.
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Capacidad de análisis y de síntesis.
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Fomentar los interrogantes.
Como vemos, enseñar a leer no es una tarea de dos días, sino que empieza con la oralidad prácticamente desde que nacemos, se articula en la escuela como una de las materias más esenciales de todo el recorrido académico y continua a lo largo de la vida con el enriquecimiento de vocabulario y la ampliación del conocimiento general del mundo.
La enseñanza de la lectura es una de las cosas más bonitas que podemos hacer por nuestros hijos y alumnos y es una tarea capital para su desarrollo personal y académico.