Los maestros tienen un gran reto cuando se ponen cada día delante de 25 o 30 alumnos. Todos ellos, diferentes. Diferentes en su preparación, en sus vivencias, en el apoyo que reciben en casa y diferentes en su ritmo de aprendizaje, en sus capacidades, en sus intereses y en sus motivaciones. Por decir solo algunas de las variables.
Atención a la diversidad, una de las claves del éxito escolar
Si todos los niños son diferentes, ¿cómo es que les pedimos lo mismo a todos? ¿Cómo es que les enseñamos a todos de una misma manera? Puede que los enfoques y las herramientas tradicionales no permitieran la diversificación necesaria, o puede que tengamos una falsa idea sobre la justicia: justicia no es dar a todos lo mismo, sino dar a cada uno lo que necesita.
Ahora, las nuevas tecnologías nos permiten adaptarnos a cada alumno según su ritmo de aprendizaje. Esto es lo que propone el neurocientífico Daniel T. Willingham en su libro “¿Por qué a los niños no les gusta ir a la escuela?”.
Willingham nos dice que la escuela tiene que adaptarse a los alumnos y no al revés.
En Glifing creemos que lo primero que tenemos que hacer es conocer las potencialidades de cada alumno. Willingham marca una premisa clave: “Respeto a los límites cognitivos de los alumnos”. Y para hacer esto debemos conocer cuáles son estos límites.
Es por esto que Glifing propone trabajar siguiendo estos 3 pasos.
1. Analizar y conocer el perfil cognitivo del alumno
¿Tenemos que saber en qué es bueno y tenemos que saber qué le cuesta y por qué? ¿No lo ha entendido? ¿No lo recuerda? ¿No lo sabe expresar? ¿En qué punto se ha perdido y por qué se ha perdido? ¿No se puede concentrar? ¿Se distrae sin poderlo evitar?
Saber en qué es bueno nos permitirá “prepararle dosis de refuerzo positivo”, básicas para motivar. Este es uno de los factores de protección de los que hablábamos en este otro artículo.
Saber qué le cuesta y por qué permitirá diseñarle su camino de aprendizaje, básico para no desmotivar.
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2. Ajustar la demanda a la capacidad del alumno
El aprendizaje es un reto, pero tiene que ser un reto alcanzable. Si el reto es demasiado fácil no enseña y si es demasiado difícil desmotiva. El reto debe ser aquel que el individuo pueda lograr con un cierto grado de esfuerzo. Lograr retos es lo que nos mantiene enganchados a la rueda del aprendizaje. Pero si no los podemos lograr o no creemos que los podamos lograr, es humano y comprensible tirar la toalla, pues equivocarse duele.
3. Valorar las mejoras respecto a uno mismo y no tanto respecto al grupo
La esencia es aprender a competir con uno mismo, para colaborar con los demás. Creemos que, si nos aplicamos este objetivo como “mantra” educativo, no solo podemos mejorar como individuos, sino que también mejorará la sociedad. La idea será trabajar con la idea de mejorar yo como persona para contribuir en la mejora de la comunidad.
Y con este deseo, os dejamos con esta interesante lectura:
https://www.grao.com/es/producto/por-que-a-los-ninos-no-les-gusta-ir-ala-escuela-re034
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«10 cosas que hay que saber cuando hablamos de leer»
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